EL KARMA EN LOS OJOS

Ama tu caos. Ama tu diferencia. Ama lo que te hace único. Ama tu caos. Ama tu diferencia. Ama lo que te hace único. Ama tu caos. Ama tu diferencia. Ama lo que te hace único. Ama tu caos. Ama tu diferencia. Ama lo que te hace único. Ama tu caos. Ama tu diferencia. Ama lo que te hace único. Ama tu caos. Ama tu diferencia. Ama lo que te hace único. Ama tu caos. Ama tu diferencia. Ama lo que te hace único. Ama tu caos. Ama tu diferencia. Ama lo que te hace único. Ama tu caos. Ama tu diferencia. Ama lo que te hace único. Ama tu caos. Ama tu diferencia. Ama lo que te hace único.

Artículo 486. El otro día en el mercado me tropecé con dos seres llenos de luz. Rozaban los 87 años y sólo uno de ellos llevaba la voz cantante en todo el recorrido. Me entusiasmó cuando estaban en una de las paradas porque el hombre explicó que era vegetariano, pero un vegetariano especial. “Como de todo excepto algo que antes hubiera tenido ojos” fue su declaración de intenciones gastronómica.

Me entusiasmó esta claridad. No existe duda, si antes tuvo ojos, no se lo come. Y el hombre que le acompañaba también soltó otra gran perla, dijo… Bueno, casi os lo cuento después de lo mejor de mi semana:

3er puesto. “El campeón ha vuelto” de J. R. Moehringer (Duomo Ediciones) No es un libro de boxeo, es un libro sobre las condiciones bélicas de la existencia. Un precioso relato sobre el ser o el desear convertirse en lo que siempre quisiste ser.
Campeón1

2º lugar. “Benjamin Grosvenor” (Palau de la música) Te inspira escucharle, te sobrecoge la manera con la que interpreta cada tema y lo deposita con ternura en toda la platea. Su Chopin me inspiró felicidad para 23 días.
Benjamín1
Benjamín2

1ª posición. “En veu baixa” de Owen McCafferty (Espai lliure) Una de esas increíbles obras que te sobrecoge el alma. El trío protagonista está fantástico pero lo que hace Francesc Garrido te lo llevas a casa y te conmociona durante días. La magia del Espai Lliure nunca falla.
Veu1
Veu2

Y volviendo al hombre que acompañaba al vegetariano. En otra de las paradas cuando le preguntaron si quería pedir algo, él contestó: ”Yo solo le cubro el karma a él. Le protejo, le cubro el karma”. No añadió nada más.

Me entusiasmaron ambos por la forma que tenían de caminar y la sencillez de sus respuestas a cualquier pregunta. Cubrir el karma y no comer ojos. Tengo la sensación que ambas cosas están totalmente relacionadas. Lo que no me cabe duda que en estos tiempos es necesario tener a alguien que te cubra el karma. ¡Feliz domingo!

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