LA DAMA QUE NO DORMÍA

Ama tu caos. Ama tu diferencia. Ama lo que te hace único. Ama tu caos. Ama tu diferencia. Ama lo que te hace único. Ama tu caos. Ama tu diferencia. Ama lo que te hace único. Ama tu caos. Ama tu diferencia. Ama lo que te hace único. Ama tu caos. Ama tu diferencia. Ama lo que te hace único. Ama tu caos. Ama tu diferencia. Ama lo que te hace único. Ama tu caos. Ama tu diferencia. Ama lo que te hace único. Ama tu caos. Ama tu diferencia. Ama lo que te hace único. Ama tu caos. Ama tu diferencia. Ama lo que te hace único. Ama tu caos. Ama tu diferencia. Ama lo que te hace único.

Artículo 254. Y aún deseo contaros una cosa más de mi viaje a Buenos Aires. Creo que como mínimo he de dedicar otro artículo a esta deliciosa ciudad. He descubierto que todas las ciudades que empiezan con “B” me acaban fascinando… Buenos Aires, Boston, Barcelona…

Pero esta segunda columna se la quiero dedicar a la dama que no dormía. La conocí en el viaje de vuelta. Nos esperaban 14 horas de vuelo transoceánico. Ella estaba a mi lado y cuando la gente de la tripulación apagó todas las luces del avión y casi nos obligó a dormir, ella se negó. Sacó un libraco enorme, una comida hecha en casa, una sonrisa y me comentó: “Yo velaré por la seguridad del avión, duerma tranquilo…”

No durmió ni un segundo, no dejó de leer, de sonreír y de vigilar nuestra seguridad… Pero lo mejor fue cuando aterrizamos, resulta que… Bueno, casi os lo cuento después de lo mejor de mi semana.

Tercera posición. “L’any que ve serà millor” (La Villarroel) Desprende alegría, potencia, frescura y felicidad. Totalmente enamorado de Alba Florejachs y su estilo propio de hacer magia escénica.

Segunda posición. “Penumbra” (Teatre Lliure) No se que tiene esa última secuencia que no me la puedo quitar de la cabeza. Me duele, me escuece, me ayuda, me hace sentir paz…

Primer lugar. “El convidat” Nuevamente quede fascinadísimo con esa maravilla en forma de programa de televisión. “Moustaquien” y Marina desprendían tanta ternura sin necesidad de palabras que mi felicidad fue máxima.

Y volviendo a la dama que no dormía. Cuando aterrizamos me susurró: “No se asuste, siempre canto una canción irlandesa a capella mientras descendemos, trae suerte…”

Y la cantó durante 2’ y 54 segundos de una manera tan maravillosa que jamás he tenido un aterrizar más delicioso en mi vida… Se despidió de mi y marchó… No se donde estará la dama, pero que suerte tiene el que la esté cobijando… ¡Feliz domingo!

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