Artículo 523. El otro día conocí en un parque a un hombre que cuidaba jardines. Tenía casi 80 años y me habló del almendro y me decía que era el árbol más valiente porque florece en cuanto deja de hacer frío. Además siempre lo hace para San Valentín por lo que el creía que era un árbol enamoradizo.
Me gustó la pasión con la que hablaba de sus árboles pero lo más curioso es cuando me enseñó una antigua bolsa de calentar los pies, aquellas que se llenaban de agua caliente para calentarse en la cama. Él la llevaba consigo porque a veces la colocaba cerca de algún árbol que necesitaba calor y me contó… Casi os lo cuento después de lo mejor de mi semana:
3er puesto “Manchester by the sea” escrito por Kenneth Lonergan. Me gusta ese deambular de un lampista que cree en el reparar como metáfora de sanar interiormente.
2º lugar. “El chico a quien criaron como un perro” escrito por Bruce Perry y Maia Szalavitz (Capitán Swing) Un maravilloso libro que te ayuda a comprender los traumas personales poniendo énfasis en la emoción.
1ª posición. “Hacksaw Ridge (Hasta el último hombre)” escrito por Robert Schenkkan y Andrew Knight. Una maravilla sobre el poder de la fuerza interior. Excelente película que minuto a minuto te emociona y se convierte en una obra maestra.
Y lo que me contó es que aquella bolsa de agua había pertenecido a su bisabuelo y era el objeto más preciado de su vida porque sabía que había calentado parte del cuerpo de tres de sus generaciones anteriores y poseía parte de la energía de sus cuerpos. El creía que era una objeto mágico que proporcionaba bienestar automático porque se nutría de las energías de los que lo había utilizado anteriormente. Ahora calentaba con éxito raíces o plantas con problemas.
Nos despedimos y supe que tenía razón, en esta época que nada se conserva, los termómetros, esterillas, mantas y otros objetos familiares relacionados con el calor humano siempre necesitamos conservarlos. ¡Feliz lunes!