Artículo 583. Quería esperar unas semanas para dedicar una columna a Quini. Hay veces que cuando muere alguien que despierta tanta estima, en pocos días se multiplican las muestras de afecto.
Poco se puede añadir a lo que han dicho tantos buenos amigos de él. Pero si que me gustaría comentar dos cosas. La primera es que la gasolinera del barrio de les Corts donde se lo llevaron secuestrado, ha amanecido cada día con un ramo de flores. Hay veces que la casualidad hace que un lugar de paso, debido a uno de esos hechos brutales que te ocurren en la vida, se transforme en un lugar icónico de tu paso por el mundo.
Y lo segundo es… Casi os lo relato después de lo mejor de mi semana:
3er puesto. “Las estrellas no mueren en Liverpool” escrita por Matt Greenhalgh. Me emociona la química entre sus protagonistas y la estupenda actuación de Annette Bening a la que le robaron la nominación al Oscar.
2º lugar. “9-1-1” creada por Ryan Murphy, Tim Minear y Brad Falchuk. Una gran serie que mezcla cosas ya vistas pero lo hace de una forma tan novedosa que consigue que te enganches y disfrutes.
1ª posición. “The greatest showman” escrita por Bill Condon y Jenny Bicks. Excelente e increíble musical que logra crear una historia prodigiosa sobre el poder de las diferencias.
Y lo segundo tiene que ver con el casillero donde Quini dejaba la ropa en el vestuario del Barça. No sé si sabéis pero aún ahora se puede ver en cada casillero el nombre de los jugadores que lo utilizaron anteriormente.
Y curiosamente el casillero de Quini fue usado también en su día por Frank de Boer, Bakero, Óscar y actualmente por Messi.
No me extraña que Messi y Quini compartan casillero porque dentro de Messi reside también esa grandeza humana de la que Quini era uno de sus máximos exponentes.
Un amigo mío siempre dice que su religión es la gente buena. No hay duda de que entonces Quini sería uno de sus Dioses. ¡Feliz lunes!