Nuevamente feliz de volver a escribir este blog para el estreno de Pulseras Rojas para Telefé. Antes que nada, deseo que os haya gustado el primer capítulo de la segunda temporada. De nuevo, en este blog, os explicaré a través de mi propia voz (o escritura) lo que esconde esta temporada y hablaré, sobre todo, de dónde nace todo.
Os explicaré un poco la idea de esta segunda temporada y el porqué de este capítulo. Como algunos ya sabéis, la serie está basada en mi vida. Estuve enfermo de cáncer durante diez años y perdí una pierna, un pulmón y una parte del hígado. Y siempre he pensado que cualquier pérdida es una ganancia. No perdí una pierna, sino que gané un muñón. Perdí un pulmón y me di cuenta que puedes vivir con la mitad de lo que tienes. Y el hígado lo perdí con forma de estrella por lo que siempre he pensado que llevo un sheriff dentro de mi.
En esta temporada quería hablar de lo que significa convivir años con la enfermedad. Así como en la primera hablaba de cuando tenía 14 años e ingresé por primera vez en el hospital, de aquella inocencia y aquellos inicios de batalla, en la segunda quería volver a los 16, cuando todo se torció, cuando parecía que ni yo ni mis amigos saldríamos adelante.
Y así como en la primera temporada se podría decir que mi alter ego era Jordi (yo perdí la pierna el día de Sant Jordi, también), en la segunda es Lleó quien más tiene que ver conmigo.
Yo, como él, tenía la sensación de que eso no se acababa nunca; el cáncer se había reproducido en el pulmón y llevaba muchas quimios. Y, como le ocurre a él, un día parecía que me iban a dar el alta, que volvería a la escuela, que finalmente dejaría el hospital… Pero, también como le pasa a él, una última radiografía me devolvió a la enfermedad, a enfrentarme a mi realidad, a la lucha que llevaba desde hacía tres años.
Recuerdo aquel día con 16 años, devolviendo la silla de ruedas, despidiéndome de todos, dando consejos a un chico que acababa de ingresar… Consejos fáciles porque yo me iba y él empezaba. Cuando volví a la habitación con un cáncer recién descubierto, fue él quien me devolvió los mismos consejos que yo le había dado antes, y os tengo que decir que no me servían. Todo parece más fácil cuando crees que ya lo has superado.
La segunda temporada trata de la valentía. La valentía de volver a enfrentarte a una enfermedad que ya conoces desde hace tres años. La valentía que deberán tener todos los pulseras. La valentía de convertirse en adolescente y saber que solo por cumplir los 16 te cambian de la planta de los pequeños a la de los adultos. La valentía que significa saber que aquello que tienes se te comerá si no luchas.
Y de aquí nace la idea de la segunda temporada. No es un inicio triste, luchar siempre te hace sentir bien y feliz, os lo prometo. Pero el día en que vuelves a saber que tienes que batallar otra vez, cuando parecía que ya se había acabado, se te hace un poco complicado. Y esto ocurre en el primer capítulo, es el día en que Lleó se da cuenta de que la guerra no se ha acabado, que ya no es un niño y que necesita ayuda. Todos necesitamos ayuda en la vida. Todos tendríamos que saber pedirla.
Lo que habéis visto en este capítulo, es fruto del trabajo de mucha gente, un equipo técnico y artístico que se deja los veranos por conseguir ese look tan bonito que tiene la serie y esas interpretaciones increíbles. Sin ellos la serie no existiría. Yo solo soy una pequeña parte, muy pequeña.
Mi escena favorita: Sin duda, cuando el señor Benito cree que se ha curado y se despide de Lleó. Lloro mucho cuando la veo. Y también me encanta la de Lleó y Rym buscando su fuerza en su rapada de cabeza. Y es que cuando todo vuelve, necesitas tu look de lucha…
Mi frase preferida: «Si hay alguien ahí arriba, que se prepare.» La pronuncia el señor Benito. Me recuerda a mi abuela cuando la dijo en el instante en que todo me empezó otra vez.
Os dejo unas fotos exclusivas de este capítulo y os espero en el blog del segundo capitulo. ¡¡Pulseras arriba!!