Artículo 338. Esta semana me he quedado alucinado viendo esos saltos increíbles del Mundial de Natación. La compenetración casi mimética que existe entre los saltadores, porque acaban pareciéndose hasta físicamente y logran un espejo de movimientos…
Pero no es de ese gran esfuerzo de lo que os quiero hablar, sino de uno menos perfeccionado pero igual de coral… Y es que después de los saltos fui a la piscina y allí había un grupo de diez chavales que también saltaban al agua pero sin trampolín pero con un método bien curioso. El primero que saltaba debía decir como lo hacía y el resto debía de imitarle…
Así que uno decía… “Salto como si me hubieran tiroteado” Y saltaba recibiendo impactos y el resto le imitaba… U otro decía: “Salto regateando y meto un gol” Y lo hacía y todos les seguían…
Era divertido… Hasta que el último saltó como… Bueno, casi os lo cuento después de lo mejor de mi semana.
3er puesto. “El tiempo del sapo” de Dalton Trumbo. Un precioso alegato sobre la libertad, escrito por un guionista que estuvo en la lista negra y que sin rencor pero con mucha pasión defiende su elección.
2a posición. “Les ballets de Monte Carlo” (Peralada) Brutal y lleno de una poesía que te comprime el alma… Absolutamente conmovedor.
1er lugar. “Papitwo” (Festival Peralada) Miguel Bosé es un maestro del directo, sabe como encontrar lo que el público desea y dárselo… Gran concierto y fascinante la implicación de todo su equipo.
Y volviendo a los chavales… El último tenía unos catorce años y saltó diciendo: “Hay que saltar como si tuvieras luz pero reconociendo que son los otros los que te deslumbran…” Y os juro que saltó así pero nadie le siguió, creo que nadie le comprendió pero tampoco le importaba…
Y es que en esta vida, a veces hay que saltar solo pero convencido… Con luz y deslumbrado para seguir siendo uno mismo… ¡Feliz domingo!