Artículo 349. El otro día fui a casa de unos amigos que tenían una fiesta infantil. Había niños de diez y once años… Estaban jugando a fútbol en el jardín a un juego que llamaban “mundi”… Al poco rato descubrí que no dejaba de ser nuestro “attack y gol” pero con otro nombre.
Y es que pocas cosas cambian cuando eres un niño… Pero lo que si me sorprendió era que casi todos llevaban un moratón gigante en el brazo… No lo entendía bien, así que le pregunté a uno de los chavales y me contestó… Bueno, casi os lo cuento después de lo mejor de mi semana….
3er puesto. “Victor Ullate Ballet” (Teatre Victoria) Fabuloso y sensacional espectáculo que te lleva a uno de esos lugares donde te sientes único y en paz. Brutal la felicidad que desprendían Josué Ullate y Jonatan Lujan.
2o lugar. “Taxi… al Tnc!” (Sala gran) Genial la mezcla de felicidad y asombro que se producía en platea… La sensación de sentirte parte de ese lugar y las ganas que te invadían de subirte al escenario. Magistral.
1a posición. “Gravity” Hacia años que no sentía que el cine me trasportaba a otros mundos… La sencillez de su guión y la inmensidad de su imagen me trasladó a otro lugar y me dio una seguridad total. ¡Obra maestra!
Y volviendo al chaval, me contestó que era la moda de ahora en el colegio… Te mordías tu mismo el brazo hasta que te salía un moratón… La pregunta era obvia: ¿por qué?… Tardó un rato en contestarme como no comprendiendo la pregunta, como si fuera la cosa más extraña que alguien podía querer saber… Finalmente me respondió: “Son nuestros tatuajes, son gratis y fáciles de hacer…”
Se mordió el otro brazo hasta que le salió otro moratón y se fue a jugar al “mundi”… Pensé en aquella increíble frase de Herbert Asquith: ”La juventud sería absolutamente perfecta si llegase un poquito más tarde en la vida…” ¡Feliz domingo!