Artículo 588. Ya tenía acabado el artículo de esta semana cuando supe de la muerte de mi amigo Antonio Mercero. Escribir este artículo, segundos después de saber de su desaparición, hace que se junten en mi mente muchos sentimientos.
Juntos hicimos “Planta 4ª” y sentí que junto a él aprendí toda una profesión. Me entusiasmaba ese enorme cuadro de John Ford rodando un western que presidía su salón y como él le pedía siempre consejo antes de cada rodaje. Para él, John Ford era su Dios cinematográfico y aquel cuadro era el conducto perfecto para poder hablar con él.
El Alzheimer nos robó parte de Antonio pero él siempre estuvo ahí. Para mi era el símbolo de la lucha. Aunque él nos haya olvidado, nosotros jamás le olvidaremos.
Recuerdo que cuando el Alzheimer ya había atacado y ya no recordaba muchas cosas, vimos Planta 4ª juntos en su casa. La miró entera sonriendo como si fuera la primera vez que la observaba. Cuando la acabó estaba entusiasmado y me preguntó quien la había dirigido. Le dije que él y su cara de felicidad era extraordinaria. Estaba orgulloso de descubrir algo que él había creado. Lloramos y reímos tanto aquel día.
Hoy se va un amigo, un mentor, una buena persona y sobre todo el mejor director de emociones de este país. Yo crecí con “Verano Azul” que me parece una serie muy valiente que abordaba la muerte y el dolor de los que amas.
Hoy marchas Antonio pero en “Verano Azul” ya nos enseñaste que no hay que estar triste. Por ello pondré en mi salón una fotografía que tengo de cuando rodabas Planta 4ª. Y hablaré contigo como tú hacías con John Ford, pero no solo de cine sino de cualquier emoción, porque la gran suerte de conocerte no fue hacer películas contigo sino descubrir que tu fuerza residía en la increíble forma de amar este mundo con humor y honestidad.
Sabía que este día llegaría pero merecías descansar porque no has parado de luchar. Te quiero amigo.